jueves, 3 de octubre de 2019

NO LLEVÉIS NADA

Escucha esta entrada en nuestro Podcast Enclave de Fi

Hola a todos.

Cuando Jesús envió a los doce a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, les dijo:

No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis una túnica de repuesto.

Yo siempre había interpretado literalmente estas palabras; y siempre que viajo, me acuerdo de ellas, porque siempre voy "cargadita" de cosas. Pero el otro día, meditándolas me di cuenta de que encierran una verdad más profunda, que llevo años perdiéndome:

Siempre he pensado que lo decía por lo material, porque debemos confiar en que Él proveerá lo necesario para el camino; pero es algo más.

Dice:

No llevéis bastón.

¿A qué se refiere? Bueno, el bastón es el punto de apoyo al caminar, y se usas cuando las piernas o las caderas te fallan, o cuando quieres caminar con seguridad. Yo creo que aquí se refiere a esto. No debemos apoyarme en nada que no sea Él.

¿Cuántas veces, en nuestras relaciones, usamos bastones?, ¿cuántas nos agarramos a lo que otros dicen o piensan?, ¿a lo que "los medios" aprueban o rechazan?, ¿cuántas fiamos nuestras relaciones en lo que otros nos dicen sobre tal o cual persona, sin darles la oportunidad de demostrarnos cómo realmente son? Y es que, cuando nos apoyamos en otros, que (como nosotros) tienen sólo una visión parcial de las cosas, nos estamos apoyando en la arena, y la roca sólo es el Señor.

Creo que eso nos pasa, al menos a mí, porque somos inseguros, y los bastones, cuando menos, nos dan una cierta seguridad.

Pero Jesús no quiere que llevemos bastones.

¿Sabéis?, el padre Tejero usaba bastón; pero sólo para andar; es muy sugerente cuando se leen sus escritos, sus sermones, etc. darse cuenta de cómo su punto de apoyo cuando tiene que aconsejar, o predicar siempre está en la Biblia. Y eso en un tiempo en que la Biblia estaba en latín, en que casi no se podía ni leer el Antiguo Testamento. Eso, los más mayores lo sabemos; en nuestra infancia solo teníamos acceso a unos libros que contaban historias de la Biblia. Pero él acudía constantemente a la Palabra de Dios, y siempre que hablaba lo hacía partiendo de las Escrituras.

También en el móvil podemos leer la Palabra de Dios (Fondo: Flor de Cristal -artículo de paginasamarillas.es)

¿Cuándo acudimos a la Palabra de Dios para apoyarnos en ella?, ¿cuándo nos atrevemos a utilizarla como criterio?

Jesús no se queda sólo en los "bastones", también habla de que no llevemos alforja. Si lo hubiera dicho hoy, habría dicho, "No llevéis mochila"; y más de uno le contestaríamos, ¿y dónde meto la batería de repuesto para el móvil?

Pero estoy segura de que no se refería a esa mochila; sino a la que cargamos en nuestra mente, en nuestro corazón con todas las experiencias del pasado; con las buenas y con las malas.

Las buenas nos hacen comparar la situación presente con aquella que fue tan rica para nosotros. Con esa comparación, el presente va a perder todo lo nuevo que nos aporta, y nos va a dejar siempre con esa sensación de "no es lo que yo esperaba", ¡claro!, porque estaba esperando la repetición de algo que he idealizado en mi mente; y así la vida va a ir perdiendo esa chispa de novedad que trae cada día.

Y las malas nos van a hacernos temer el presente (o el futuro inmediato) porque vamos a partir también de una situación irreal, en la que también hemos idealizado el mal casi como un ogro que "viene para comernos", como en los cuentos de los niños. Eso nos hará reaccionar al presente con mecanismos de defensa que, ni nos sirven ahora, ni corresponden a lo que nos está pasando.

Esa mochila vacía fue la que permitió a Madre Dolores sentirse "muy Malagueña" cuando allí fue destinada tras dejar de ser superiora general, y la que le permitió constatar que "todo el mundo es el propio país, y en todas partes está Dios".

Porque, sólo si llevamos la mochila vacía, o no la llevamos, podremos disfrutar del presente, de la novedad de cada día y podremos comprobar que Dios se nos va apareciendo en cada nueva circunstancia, en cada nuevo encuentro, en cada nueva situación.

Hay actualmente en alguna cadena de televisión una campaña para que la gente no mire tanto el móvil, que dice "¡Levanta la cabeza!"; creo que es muy buena. Si llevamos la cabeza agachada, por el miedo, o por estar mirando al pasado "perfecto", nos perdemos la vida. Y Dios nos quiere con la cabeza levantada; como la tuvo Madre Dolores, incluso cuando estuvo entre cuatro paredes húmedas y sin casi visitas; porque sabía descubrir a Dios en cada nuevo (bueno y malo) acontecimiento.

Pero Jesús no se queda en el bastón y la alforja. Tampoco tenemos que llevar pan o dinero.

Si nos quedamos en el pan material, como mucho podemos llegar a pensar que aquí Jesús está hablando de que Él puede "multiplicar los panes" y darnos de comer. Pero si lo miramos como hemos mirado el bastón y la alforja, tendremos que pensar que se refiere al alimento del espíritu.

Entonces la pregunta que nos tenemos que hacer sería: ¿con qué me alimento?, ¿con chismes, cotilleos y chismorreos?, ¿con las palabras de los políticos?, ¿con el facebook, youtube y la tele?


Esas son las "chucherías" que tanto nos entretienen, pero que no alimentan. No es que tengamos que dejar de tomar "chucherías", pero una vida sana requiere una dieta sana y ejercicio. ¿Cuál es la dieta y el ejercicio para nuestra alma?, ¿cuál el pan que Dios nos da sin que tengamos que "cargar" con él?

San Felipe visitaba las siete iglesias con sus compañeros. A lo mejor estaría bien que, a mitad del camino entráramos en una iglesia, en la parroquia, en una capilla...; y si no, siempre podemos ir a nuestra habitación interior y allí alimentarnos del encuentro personal y silencioso con Dios, que alimenta, cura las heridas del camino y da fuerza para continuar con la lucha diaria.

Y ya sólo nos queda el dinero. Tampoco quiere Jesús que llevemos dinero. El dinero nos da poder, nos da libertad, nos da seguridad. ¿Por qué no quiere Jesús que llevemos dinero?, ¿a qué se refiere con el dinero?

Pensemos en quien no tiene dinero. No sabe si mañana comerá, o dónde dormirá, lo que sí sabe es que va a depender de otros, de la bondad y generosidad de otros para comer y dormir, para lavarse y vestirse.

El que no tiene dinero corre más riesgo de perder la vida, y eso le hace agradecerla y valorarla más.

El que no tiene dinero levanta más los ojos para pedir ayuda, incluso para ir de un sitio a otro.

En las sociedades desarrolladas hemos perdido esa sensación de estar a la intemperie, y es que, aunque la veamos en las caras de los inmigrantes que vemos por la tele, no es lo mismo, nosotros seguimos seguros.

Esta dependencia, esta inseguridad hace al pobre levantar más a menudo los ojos al cielo. Para pedir y para agradecer.

La pregunta es ¿en qué baso mi seguridad?, ¿en qué mi "poderío"?, ¿cómo puedo llegar a sentirme "a la intemperie" y dependiente sólo de Dios?

Los años de bienestar nos han hecho creernos invencibles; los adelantos de la ciencia, de la industria, de las comunicaciones y de la medicina nos han dado un "poder" que antes no teníamos, y que nos ha llevado a olvidarnos de Dios, o incluso a creernos superiores a Él. Hemos llegado a creernos impunes, que podemos hacer lo que queramos, porque somos dueños de nuestro cuerpo, de quienes están por debajo de nosotros y del mundo, y hacemos con ellos lo que queremos.

Pero creo que el cambio climático está consiguiendo que sintamos que estamos perdiendo el control, que esto se nos ha ido de las manos, si es que en algún momento lo hemos llegado a tener.

Pero si vamos sin bastón, sin alforja, sin pan ni dinero, y sin pensar que necesitamos una túnica, y ponemos nuestra confianza sólo en Dios, presente siempre a nuestro lado, entonces Él será nuestro rey, y estaremos anunciando con nuestras vidas que su reino ya está aquí.

Hoy os invito a escuchar a Luis Guitarra, en su canción "Todo va a ir bien", que nos anima a confiar, porque Dios es nuestro bastón, nuestra túnica, nuestro pan y nuestra alforja; y, sobre todo, que no tenemos necesidad de sentirnos poderosos, ni superiores; porque Él nos ama y sabemos que con Dios... todo va a ir bien.



Mientras haya un horizonte en esta tierra,
mientras no pierdas las ganas de reír,
mientras brille en nuestro cielo alguna estrella,
no te rindas, no te canses de vivir.

TODO VA A IR BIEN, TODO VA A IR BIEN
TODO, TODO, TODO TODO VA A IR BIEN

Mientras haya quien denuncie en las aceras
la injusticia, las promesas sin cumplir…
Mientras quede algún peldaño en tu escalera
no te pares, no lo dejes sin subir.

Mientras siga amaneciendo en cada aldea,
mientras falte una canción por escribir,
mientras sepas que aún te merece la pena
no te calles, no te quedes sin decir…

TODO VA A IR BIEN, TODO VA A IR BIEN
TODO, TODO, TODO TODO VA A IR BIEN

TODO VA A IR BIEN, TODO VA A IR BIEN
DE ALGÚN MODO SÉ QUE TODO, TODO VA A IR BIEN.

Hay ventanas en mitad de mi ciudad,
hay palabras en el aire, que nos hacen confiar.
Y certezas que nos dan la libertad,
que nos hablan de utopías, que contagian valentía,
que nos muestran un camino por andar.

TODO VA A IR BIEN…

DE ALGÚN MODO SÉ QUE TODO… TODO VA A IR BIEN.

Que tengáis un camino feliz sin bastón, sin alforja, sin pan o sin dinero... pero con Dios.