miércoles, 6 de mayo de 2020

DIOS NOS HA VISITADO

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Hola a todos.

Cuando el mundo está, cuando menos, asustado por la pandemia que nos ataca y que, de hecho, ha invadido nuestras ciudades con su dolor y su muerte, quiero recordaros las palabras de nuestra fundadora, Madre Dolores, en una de las múltiples epidemias que asolaron nuestro país en el siglo XIX.

El doce de septiembre de 1879, en carta a Madre Salud felicitándola por su onomástica, Madre Dolores le pide sus oraciones, porque, en palabras suyas: "Dios nos ha visitado poniéndonos una virolenta". También le cuenta las medidas de aislamiento que han tomado, poniendo para su servicio a una religiosa y a una de las "Hijas de la Casa", las acogidas que más tiempo llevaban en la Casa.

También eleva una oración para que se quede sólo en esa joven y no se contagie a las demás.

Medidas higiénicas y de seguridad que actualmente estamos tomando para frenar la expansión del coronavirus por nuestra tierra.

Medidas que no son fáciles de cumplir, y que a la mayoría nos confinan en casa, o nos llevan a trabajar con el miedo en el cuerpo; o al menos con la preocupación de lo que supondría poder contagiar a nuestras personas más queridas.

Hay muchos predicadores de calamidades que se dedican a decir que nos ha venido el coronavirus como un castigo por lo mal que estábamos haciéndolo con la naturaleza, porque Dios nos castiga por aprobar leyes de aborto, etc.


Pero nuestra fundadora nos pide que lo veamos como "una visita de Dios".

Los cristianos estamos llamados a reconocer a Dios en los avatares de la vida, a no preocuparnos por el mañana, porque ya vivamos, ya muramos, estamos en las manos de Dios que nos ama tanto que entregó a su Hijo único por nuestra salvación.

Así pues, veamos esta epidemia como una visita que Dios nos hace. Preguntémonos qué aspectos de nuestra persona estamos invitados a mejorar en este tiempo de cuarentena. Dejémonos visitar por Dios, porque Él está con nosotros desde los gritos de los niños que quieren salir más de lo permitido, o juegan y gritan cuando lo que necesitamos es silencio, hasta en la soledad de los que se encuentran aislados en los hospitales o en sus casas.

Hablemos con Dios, recibámosle en el ruido o en el silencio; dejemos que nos acompañe, que nos fortalezca en estos momentos difíciles. Pensemos que, lo mismo que le gustaba bajar al Jardín del Edén para pasear y charlar al atardecer con Adán y Eva, le gusta venir a nuestro lado para charlar con nosotros. 

Aprovechemos la visita de Dios y disfrutemos de su compañía. Haciendo lo que tenemos que hacer, sí, pero haciéndolo en su compañía.

No acudamos sólo a Él para que no nos contagiemos nosotros o nuestros familiares. No acudamos a Él sólo para pedir o dar gracias. No, no perdamos la ocasión.

Dios ha venido a visitarnos durante la epidemia de coronavirus. Disfrutemos de su compañía, hablemos con Él y escuchémosle.

O simplemente paseemos con Él en silencio, disfrutando de su compañía, dejándonos amar por Él.

Hoy os dejo una canción de Mª Ángeles Ruiz titulada Mi Cruz, y en la que podemos ver reflejada la visita que Dios nos hace.


Gracias Señor por mi cruz de cada día, porque así sigo tus pasos en dolor y en alegría
Gracias porque sufro y a veces me siento nada y tu fuerza en mis caídas me levanta y me salva.
Gracias porque veo en mi miseria tu mirada que me abraza y me recrea y hace nueva mi alma
Gracias porque puedo dar sentido al dolor y sé que tú estas dando fuerza al corazón.

Si no fuera por esas cosas, qué te iba yo a ofrecer, cómo te iba a hacer sentir lo que te llego a querer
Si no fuera por esas cosas, cómo podría yo mirarte en la cruz y desear ser como Tú.
Si no fuera por mis penas, cómo iba a comprender al que sufre y desespera anhelando amanecer.
Si no fuera por mis caídas, cómo iba a sentir que tu cruz da nueva vida y vuelvo a ser yo misma ante ti.

Mucho ánimo a todos en estos tiempos difíciles, y no olvidemos orar por los que en países más pobres comienzan a sufrir ya los efectos de esta pandemia que está atacando a ricos y pobres sin distinción.
Enviemos nuestras oraciones a los menos favorecidos, y hablemos de ellos con Dios, que nos visita.