miércoles, 31 de julio de 2019

¿RESPETO O VENGANZA?

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Hola a todos.

Hace unos días me sorprendió el evangelio (una vez más).

Se trataba del texto de Lucas (9, 51 ss.) en que no reciben a Jesús al entrar en un pueblo de samaritanos, por el simple hecho de que se dirige a Jerusalén. Los apóstoles, que ya conocen el poder de Jesús, pero aún no conocen el corazón de Dios, le preguntan si quiere que manden caer fuego del cielo sobre aquel pueblo, en venganza.

Dice el evangelio de Lucas que Jesús se volvió hacia ellos, y les regañó; y que se fueron del pueblo.

Estuve meditando este texto un largo rato. Jesús se limita a volverse hacia ellos y decirles que no. Jesús no piensa como los apóstoles. No se trata de vengarse, de aplastar a todo el que no piensa como Él.

¡Qué respetuoso es Dios con nosotros! Él lo ve todo. Lleva millones de años viendo cómo los hombres reaccionamos casi siempre de manera agresiva. Y nos respeta.

Él puso las reglas del juego; es decir, cuando dio al ser humano la libertad, se la dio con todas las consecuencias. Cada uno era libre de pensar y actuar según mejor le pareciera. Y Dios nos ha respetado.

Me resultó impresionante la lección que, con pocas palabras, Jesús les da a los apóstoles: si no me quieren, tienen derecho a no quererme, yo no se lo voy a impedir.

Por eso, aunque yo he metido la pata tantas veces, aunque he llegado a negarle, a actuar en contra suya, Él me ha respetado siempre. Nunca ha mandado fuego del cielo, me ha dado una y otra vez nuevas oportunidades.

Esa fue la postura de San Felipe cuando estaba en san Jerónimo de la Caridad, y varios sacerdotes trataban de molestarle. Felipe podía haber protestado, pero no lo hizo. Sabía que las personas son libres y respetaba la libertad de los demás, aunque las acciones de la libertad de los otros supusieran para él un sacrificio.



Esa fue también la postura de Madre Dolores cuando sus propias hijas la pusieron en la peor habitación y la aislaron. Ellas lo habían elegido, ella lo respetaba. Nunca se opuso a las decisiones que, tras dejar de ser superiora general, tomó el nuevo gobierno, presidido por Madre Salud. Podía, como fundadora que era, haber impuesto su criterio en muchas cosas, incluido el cierre de algunas casas. Pero ella ya no era la responsable; nunca llevó la contraria a quienes habían de tomar las decisiones.

¡Qué difícil es respetar las acciones de los demás!, y qué fácil querer "mandar que caiga fuego del cielo para que los consuma".

No tiene por qué ser "fuego" literalmente hablando; a veces, con una palabra, yo podría influir, si no en la toma de decisiones de los demás, sí en la opinión de quienes me rodean sobre esa decisión que no me gusta.

¡Qué difícil tener dominada la lengua! y qué fácil la venganza, aunque sólo tenga para ella la palabra. ¡Qué daño puedo hacer con mis palabras!, con mi crítica, con la ofensa, o diciendo a los demás lo malísima que es tal persona.

El mismo día en que se leyó esta lectura en misa, las noticias hablaron de una de las múltiples (por desgracia) "manadas" que se aprovechan de su fuerza para violar a niñas y jóvenes. Decían que el juez tras escucharles declarar, los había dejado en libertad con cargos, hasta que el juicio finalizara. Y decían cómo el tío de la joven agredida les había a su vez agredido a ellos a su salida del juzgado.

Se comentaba que el tío había sido puesto a disposición judicial y se encontraba preso.

Y se daba en las redes sociales la razón a este hombre, porque la justicia no había hecho nada.

La cuestión y el problema es que yo estaba de acuerdo. Hubiera querido que bajara fuego del cielo para que no quedara ni uno de los integrantes de esa (ni de ninguna otra) "manada".

Imagino que Jesús se volvió y me miró y me regañó. Las personas podemos, en nuestra libertad, hacer las peores barbaridades del mundo, y yo también. Pero Jesús, que aceptó ser crucificado sin oponer resistencia, nos diría que no tomemos la justicia por nuestra mano. Eso es colocarnos a la altura de quien abusa de su fuerza o de su posición. Y esa "altura" no es la "altura" del Evangelio, no es lo que Dios quiere de nosotros.

Cierto que las leyes han de proteger a todos, especialmente a los más vulnerables, y que han de exigir que quienes las infringen tengan su castigo; tanto si se trata de aparcar en zona prohibida como si el asunto es más grave y se trata de atentar contra la integridad física de alguien.

Pero la venganza no nos hace mejores personas, es el perdón el que nos coloca por encima. Es el dominio de uno mismo el que nos hace más maduros, más humanos y, sobre todo, más cristianos.

Lo dicen las víctimas del terrorismo que han llegado a perdonar a sus atacantes: ahora son más libres, ya no dependen de quienes les causaron el daño.

Lo mismo nosotros aún sin llegar a esos extremos, cuando perdonamos, cuando aceptamos que los demás pueden pensar y actuar de forma diferente, e incluso en contra nuestra; nos liberamos de lo que nos ata. Si ellos pueden pensar diferente, y eso no va a condicionar mi actuación, entonces me libero, porque no dependo de lo que hagan los demás para obrar.

No me afecta si me tratan bien o mal, no me afecta si son educados conmigo o no. Yo he elegido tratar bien a los demás, ser educada, y no voy a cambiar porque ellos no hagan lo correcto, yo lo voy a hacer, porque elijo perdonar, elijo actuar educadamente, elijo ser agradable con los demás.

Elijo, en fin, lo que me hace mejor persona, lo que me asemeja más a Dios, y me diferencia más de los que actúan abusando de su fuerza o de su poder.

Así quiero elegir, como Jesús, como san Felipe, como Madre Dolores, como tantas víctimas que deciden no parecerse a sus agresores, como todos aquellos que luchan contra el mal con el bien.

¡Ojalá me parezca cada día más a ellos y menos a los agresores!

Hoy os dejo una canción que se titula "En mi debilidad te haces fuerte", para que nos ayude a meditar sobre esta realidad de que la debilidad no es débil cuando actúa según Dios y con Dios.



Os deseo que encontréis en Dios la fortaleza para colocaros por encima de aquellos hacen de la fuerza su única palabra, para que en el mundo haya más respeto y menos venganza; para que nos parezcamos más a Dios, a Jesús, a San Felipe y a Madre Dolores.

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