viernes, 18 de mayo de 2018

EN AYUDA DE NUESTRA DEBILIDAD

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Hola a todos.

El día de Pentecostés, a los cincuenta de la resurrección de Jesús, celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.

En la homilía del día de la Ascensión, el sacerdote nos contó un cuento, en el que, tras subir Jesús al cielo, los ángeles le rodeaban y empezaban a preguntarle sobre su estancia en la tierra, sobre cómo había sido eso de sentir como sienten los hombres, de nacer, de jugar, caer y levantarse, de trabajar y sentir el amor al modo humano. Decía que Jesús les iba contando cosas de sus padres, de Nazaret, etc.

También le preguntaban los ángeles cómo había sido eso de padecer, de sufrir, de sentir soledad y desolación. Y Él, pacientemente, les iba respondiendo a todos.

Cuenta el cuento que, en un momento dado de la conversación, se acerca el arcángel Gabriel y le pregunta. Bueno, Señor, y ahora, ¿quién va a continuar la obra de establecer el reino de Dios en la tierra? Y que Jesús le responde. ¡Pues ellos!, los discípulos.

Dicen, que el arcángel se echó a reír, exclamando: ¿¡Esos!?, ¿unos pescadores cobardes?, ¿quizá Pedro, que te negó tres veces?, ¿o esa prostituta?, ¿los que gritaron que te mataran, porque todos los demás gritaban?, ¡venga ya!, ¿los que se escondieron?, ¿los que te buscaban para tener buenos puestos en tu reino?, ¡venga ya, Jesús!, que no me lo puedo creer que esos vayan a poder hacer realidad del reino de tu Padre en la tierra. ¡Tendrás un "plan B"! Porque tienes un "plan B". ¿No?

El arcángel se quedó mirando a Jesús, que seguía tan tranquilo, como cuando le llevaron a la adúltera y Él se entretenía pintando en el suelo. Finalmente, con una sonrisa, Jesús contestó a Gabriel: Pues no, no tengo un "plan B". Ellos son los que van a hacer presente el reino de mi Padre en la tierra.

Les enviaré mi Espíritu y, con su ayuda, harán vida la buena noticia del reino. Pero no de golpe, sino como la semilla que se siembra y poco a poco va creciendo.

Yo confío en ellos, con sus debilidades y con sus dificultades. Los conozco, porque me los ha dado mi Padre, y sé cómo es cada uno; por eso también sé que, con la ayuda de mi Espíritu Santo, podrán llevar a cabo su misión.
El Espíritu acudirá en ayuda de su debilidad.

Y es que Jesús no tiene un "plan B". Se fía de nosotros. Y se fía tanto, que nos ha ido dejando la responsabilidad de hacer presente el reino en cada lugar en que nos encontramos. Sea en casa, o en el trabajo, o con los amigos, acompañando a un familiar enfermo o a alguna persona que sufre. Sea como misioneros en países lejanos al nuestro, o como misioneros en la misma ciudad en la que nacimos. Porque misión es nuestra vida si la llevamos a cabo desde el mensaje del amor de Jesús.

¿Que somos débiles?, ¡pues claro que lo somos!, eso Jesús ya lo sabía cuando nos amó primero.
¿Que metemos la pata?, ¡por supuesto!, por eso el Señor avisó que hay que perdonar no siete veces, sino setenta veces siete.

Creo que con este cuento, y con el recuerdo que nos trae Pentecostés de que contamos con la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, Espíritu que viene en ayuda de nuestra debilidad, podemos mirar de otro modo las cosas.

Jesús no tiene "Plan B", es decir, se fía de mí. Y se fía de quien está junto a mí.

Eso fue lo que hizo que Madre Dolores aceptara no ser ella la Superiora General de la Congregación desde el año 1886. Sabía que todo el plan era de Dios. Confiaba en el "buen criterio" de Dios, y también sabía perfectamente que la salvación pasó por la cruz.


Patio del Sagrado Corazón, en el que se encontraba el "De Profundis", en el convento de Santa Isabel,
donde Madre Dolores pasó los últimos años de su vida.
No creo que ella pensara que Madre Salud la traicionaba, ni que era su "Judas". A lo mejor, en algún momento pensó que con esa forma diferente de hacer las cosas que tenía Madre Salud, no se estaba siendo completamente fiel al plan que ella había percibido ser la voluntad de Dios para la Congregación. No lo sé. De lo que sí estoy segura es de que ella aceptó que la voluntad de Dios no siempre coincide con lo que me gusta; con aquello que me hace sentir bien.

También estoy segura de que, aunque Madre Salud no la trató como debiera haberlo hecho, la forma en que lo vivió Madre Dolores, fue la correcta.
Madre Dolores aprendió, sufriendo, como Jesús, a obedecer; y por eso, su cruz y su muerte trajeron resurrección y Espíritu, Pascua y Pentecostés,  a la Congregación y a cuantos nos sentimos Filipenses hijos e hijas de María Dolorosa..

Los que están a mi lado no son perfectos, meten muchas veces la pata. (Yo también, pero ahora no estoy hablando de mis equivocaciones, sino de los de los demás).

Los que viven conmigo muchas veces me hacen sufrir: Porque no hacen las cosas como yo creo que deben hacerse, porque no tienen mis gustos, o porque, en ocasiones, aunque no tantas como nos gusta pensar, están completamente equivocados.

Me hacen sufrir y entonces creo que el plan de Dios ya no va a funcionar, que Dios tendrá que tener un "plan B". Me digo: ¡Yo hago todo lo que puedo!, pero ... ¡los demás! Los demás dejan mucho que desear.

Pensar así es no confiar en "el buen criterio" de Dios, que les ha amado, les ha llamado a la fe y a la vida, y es el primer interesado en que obren bien.

El Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad. Si creemos que Jesús envió su Espíritu, como afirmamos en el credo; ¿podremos esforzarnos un poco y fiarnos de Él?

Cuando mi hermana, mi amigo, mi marido o mi mujer; cuando mis hijos o mis compañeros no responden a mis planes... ¿Por qué no pienso que Jesús no tiene un plan B?

Eso me ayudará a mirarles de otra manera; a aceptar que se equivocan, al menos, tantas veces como yo. Y... ¡Si Dios se fió de mí!, si se fió de ellos, ¿por qué no voy yo a poder pensar que, por esos errores, y por lo que yo maduro cuando acepto esos errores como parte de la vida, pasa el establecimiento del Reino de Dios en la tierra?

¿No podrá Dios, por medio de su Espíritu, poner lo que falta por sus debilidades?

No sé si alguna vez habéis hecho un examen y habéis pensado después: "Bueno, Señor, yo he hecho lo que he podido, ahora, échame tú una mano, y, si es necesario, arregla lo que yo he puesto mal".
Yo lo he pensado y orado muchas veces; no sólo tras los exámenes, también cuando termino de preparar un trabajo, o tengo que hablar con alguien, o... Le digo: Yo ya he puesto mi parte, ahora, pon la tuya. Somos un equipo.

Y, si el Señor lo hace por mí, corrigiendo mis errores, ... ¿por qué no pedírselo para los demás?

El Espíritu Santo viene en ayuda de mi debilidad; pero también en ayuda de la debilidad de mi hermano. No olvidemos que Jesús no tiene plan B. Fiemonos de Él.

Os invito a llamar al Espíritu para que venga en ayuda de vuestra debilidad. No es fácil la vida; pero si vamos creciendo, poco a poco, es hermosa. Pongámosla en sus manos.

Admirémonos del amor de Dios, que no tiene plan B, escuchando la canción "Dios fiel" del grupo Ain Karem.

Pero, ¿cómo es posible que tú vengas hasta mí?
Pero, ¿cómo es posible que camines a mi lado?
Pero, ¿cómo es posible que hagas fiesta desde mi pecado?
Pero, ¿cómo es posible que me elijas a mí?

Pero, ¿cómo es posible que tú vengas hasta mí?
Pero, ¿cómo es posible que camines a mi lado?
Pero, ¿cómo es posible que hagas fiesta desde mi pecado?
Pero, ¿cómo es posible que me elijas a mí?

Todo, todo es posible para Dios.
Todo, todo es posible para Dios.
...
Tus caminos no son los nuestros.
Tú el Dios desconcertante y fiel.

Todo, todo es posible para Dios.
Todo, todo es posible para Dios.
...
Tus caminos no son los nuestros.
Tú el Dios desconcertante y fiel.
¡Tú!, el Dios desconcertante y fiel.

Disfrutad del tiempo del Espíritu, y dejaos desconcertar por Dios.
Un abrazo.

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