martes, 26 de junio de 2018

EL DIOS DE LA BRISA SUAVE

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Hola a todos.

En estos días hemos leído, en el primer libro de los Reyes, la vida de Elías, el más grande profeta de Israel. Su historia es muy entretenida, y os recomiendo leerla, a partir del capítulo 17 de dicho libro (el primero de los Reyes).

Resulta que en tiempos de Elías el pueblo se había dedicado a creer más en otros dioses (a los que llamaban "Baales") que en Yahvé, el Dios de Israel. Y, como la forma de comunicación entre los dioses y los hombres eran los profetas, Baal tenía muchísimos profetas, porque a todo el pueblo le gustaba acudir a los ellos para preguntar por el futuro y para pedir oraciones por sus negocios, sus cosechas, sus familias, etc., etc.

Pues bien, los profetas de los Baales no sólo fueron aumentando, sino también haciéndose más poderosos y más fuertes. Y comenzaron a perseguir a los profetas de Yahvé, que fueron muriendo o escapando para esconderse, abandonando así "el oficio". Así pues, al final, solo quedaba Elías como profeta de Yahvé.

Parece ser que Elías, que quería mucho al Señor, se pilló un mosqueo enorme contra los profetas de los Baales y les demostró que el único Dios era el Señor, y no Baal. Para eso, convocó a los profetas de Baal y les dijo que si conseguían con sus rezos que los Baales quemaran sus ofrendas, entonces los Baales serían Dios, y no Yahvé.

Pero, claro, los Baales no lo hicieron. Entonces Elías echó mucha, muchísima agua sobre su ofrenda, e invocó a Dios. Y Dios, con un rayo, secó el agua, quemó la madera mojada y el toro, que era la ofrendas, y no quedaron más que cenizas.

Entonces el pueblo, enloquecido, mató a los 450 profetas de Baal.

Pero la reina, que era la que había contratado a los profetas, se enfadó contra Elías y dijo que lo iba a matar.

Perseguido, Elías salió huyendo, y estuvo huyendo durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que encontró una cueva oculta y se escondió allí, en la montaña, hasta que pasara lo que hoy diríamos "la mala racha".

Pero cuando estaba escondido y con miedo, escuchó la voz de Dios que le preguntó qué hacía. Él le dijo a Dios (¡cómo si Dios no lo supiera ya!) que estaba muy preocupado por el pueblo, que había dejado de creer en Dios, que habían matado a todos los profetas de Dios excepto a él, y que le perseguían para matarle".

¿Os dais cuenta de que no dice que ha hecho que maten a los profetas de Baal?

Pero Dios no se deja engañar, y le dijo que se asomara a la boca de la cueva, que iba a pasar por allí.

Elías salió a la entrada y entonces hubo un huracán fortísimo;pero Dios no estaba en el huracán; y eso que las hasta las montañas temblaban ante el huracán. Después hubo un terremoto grande; pero Dios no estaba tampoco en el temblor de tierra. A continuación hubo un incendio enorme, pero en el fuego no estaba Dios.



Finalmente, hubo una brisa suave. En la brisa suave Elías descubrió a Dios, y se cubrió la cara y adoró a Dios. Y Dios le volvió a preguntar qué era lo que hacía allí. Y Elías le volvió a contar a Dios que le perseguían y tal. Y entonces, sólo entonces, Dios le dijo lo que tenía que hacer.

Para mí siempre era un interrogante por qué Dios le preguntaba dos veces a Elías lo mismo: "¿Qué haces aquí?", ¿es que Dios no lo sabía ya?, ¿es que estaba sordo y no se enteraba a la primera?...

¿Por qué tienen que pasar un terremoto y un tornado y un incendio?, ¿por qué sólo después de la brisa suave Dios le dice a Elías lo que tiene que hacer?

Dios le está dando una lección a Elías. Elías ha comprometido a Dios haciéndole que demuestre que es Dios, pero al modo de Elías, con un rayo superpoderoso, no al modo de Dios. Y Dios le enseña su verdadera manera de actuar: Dios está en la brisa suave.

Sin la primera parte del relato, en la que vemos cómo Elías podríamos decir que "se pone chulo" ante los profetas de Baal, comprometiendo a Dios a hacer lo que dice Elías, mostrando sus "superpoderes"; sin saber que a Elías lo persiguen y por qué (por haber hecho matar a los 450 profetas), no se puede entender por qué Dios le pregunta dos veces a Elías, ni tampoco por qué hace pasar un terremoto, un huracán y fuego, para hacerse presente en la brisa.

Le está diciendo a Elías que, aunque Él es dueño de todo, su modo de actuar no es el que ha tenido Elías; Dios acompaña a la brisa suave.

Y, a lo mejor os preguntáis a qué viene tanta introducción. La verdad es que a mí siempre me ha interrogado este texto, pero ahora, comparándolo con mi modo de actuar, me siento bastante identificada con Elías.

¿Cuántas veces no me enfado porque la gente no hace las cosas como yo quiero?, ¿cuántas veces quiero cambiar "casi a la fuerza" a quienes me rodean?, ¿cuántas quiero que Dios haga "milagritos", o "milagrotes", para demostrar que yo llevo la razón?

El modo de actuar de Elías es bastante común entre nosotros; ¿no os parece? En muchas ocasiones, como Elías, tiramos la piedra, y cuando vemos que los resultados no son los que creíamos, escondemos rápidamente la mano. Y le protestamos a Dios: "Señor, yo quiero que la gente haga lo correcto, pero nadie me hace caso, e incluso se meten conmigo".

Y cuando digo "la gente", también digo mi hermana de comunidad, mi esposo o esposa, mis hijos, mis jefes (que, por cierto, "¡mira que se empeñan en hacer mal las cosas!, ¡no sé cómo han llegado a ser jefes!"), mis compañeros de trabajo, etc., etc.

Pero Dios se empeña en que no está en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego.

O sea, que me toca "aguantar" que la cizaña siga creciendo con la buena semilla (que, no sé cómo lo hago, pero siempre la tengo yo), y los demás la cizaña.

Vaya, vaya, pero creo que Madre Dolores sí que supo que Dios es el Dios de la brisa suave, que es el Dios paciente, que nos mira con cariño y comprende nuestras malas acciones y, acariciándonos con esa brisa suave que le acompaña, espera pacientemente que vayamos cambiando, poquito a poquito, para convertirnos nosotros también en esa brisa suave que no apaga el pábilo vacilante, ni casca la caña quebrada.

¿Será posible que ante "los profetas de los Baales", las personas que no opinan, que no obran según mi ideal de bondad y de entrega a Dios, que me relegan a un segundo puesto, como hicieron sus Hijas con Madre Dolores, que me tratan, a veces, bastante mal, que otras veces ni tan siquiera me ven, y me parece ser invisible, ante esas personas que parecen no adorar al mismo Dios misericordioso que yo, actuemos del mismo modo que actuó Madre Dolores?

¿Será posible que me acuerde del "Dios de la brisa suave" cuando quiero cambiar la historia a mi gusto?, ¿y cuando quiero manipular a Dios para que las cosas "se hagan bien", es decir, como a mí me parece que están

Sería bueno traer a la mente al Dios de la brisa suave, que le enseña a Elías que hay que ser profeta, pero suavemente, dando ejemplo, y amando siempre, como Madre Dolores en los años que estuvo relegada del gobierno de la Congregación, dejando a Dios actuar, dejando que sea Dios, y no nosotros, el que lleve el curso de la historia.

Pero eso nos resulta difícil. A veces muy difícil.

Por eso os invito a reflexionar en la historia de Elías y la brisa suave, y a hacer crecer vuestra confianza en Dios, que al fin y al cabo, como Elías les demostró a los adoradores de los baales, es el único y verdadero Dios, el que envió a su Hijo, el que es paciente conmigo, y no me mata cada vez que lo hago mal.

La canción con la que hoy os invito a meditar también es del grupo Ain Karem, y se titula "Ardo en celo". Nos narra lo que hemos comentado del libro de los reyes; quizá demasiado literalmente para lo que a mí me hubiera gustado; pero con ella os invito a descubrir a este Dios de la brisa suave que no rompe la caña cascada ni apaga la vela vacilante.




Pidamos a Dios que su presencia constante en nuestras vidas nos haga menos intransigentes y más pacientes, para ser más como Él.

Felices vacaciones a quienes las comienzan, y feliz mes de julio a todos.

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