Hola a todos y todas,
El día treinta y uno de julio celebramos, como todos sabéis, el fallecimiento de Madre Dolores, ocurrido hace ciento doce años.
Cuando hablamos de Madre Dolores solemos recordar dos momentos de su vida, el primero, cuando eligió quedarse para siempre en la casa de Arrepentidas -que en aquellos momentos estaba en la calle Bustos Tavera de Sevilla- y el segundo cuando, los años anteriores a su muerte, padeció el martirio de ser abandonada por sus más queridas hijas.
En ambos momentos podemos decir que lo que parecía, no lo era.
Cuando el Padre Tejero le habló de la Casa de Arrepentidas, ella consultó con su familia, con sus conocidos y con algún sacerdote; y todos le dijeron que aquello de irse a vivir con jóvenes que habían sido prostitutas era una auténtica locura.
A vista de todos aquello parecía un sinsentido, porque las que habían caído no iban a poder levantarse, al contrario, harían caer a aquellas dos mujeres: "Dos locas" que se habían juntado con el Padre Tejero.
Casa de la Calle San Felipe (Sevilla) donde estuvo la Congregación. |
En la Calle San Felipe lo que era una casa de salvación parecía, para algunos vecinos, un prostíbulo al que acudir como clientes; y para otros, un lugar indigno de aquel barrio tan decente y luchaban contra él tirando piedras a las ventanas, esperando que aquellas mujeres se fueran a otro sitio. (Hoy habría habido una manifestación con pancartas y la televisión, para defender la "seguridad de nuestros hijos")
En ambos casos podemos decir que se equivocaban. Lo que parecía una locura resultó ser una inspiración de Dios que ha hecho el bien a miles de niñas, niños, jóvenes y mujeres durante 157 años; y lo que parecía una casa de prostitución era la salvación para aquellas jóvenes que habían sido esclavizadas y deseaban recuperar su dignidad.
También parecía lo que no era cuando Madre Dolores fue apartada del gobierno de la Congregación, cuando la pusieron a dormir en el rincón más apartado de la casa.
El grupo de Hermanas que la apartó del cargo de superiora general lo hizo porque veía claramente que Madre Dolores estaba siendo un "obstáculo" para el buen desarrollo de la Congregación; porque creían que la Congregación merecía algo mejor que lo que ella estaba haciendo. Ella permitía que todas las religiosas fueran iguales, que las acogidas fueran dirigidas por Hermanas competentes; y eso quitaba fuerza a los colegios, que ellas pensaban que daban "prestigio" y buen nombre al Instituto, mientras que las Casas de Acogida eran para ellas algo secundario, a lo que había que destinar pocos recursos materiales y humanos.
Ese error en su análisis les llevó a cometer una grave equivocación con Madre Dolores.
Pero, aunque parezca paradójico, en este caso, lo que parecía debilidad en Madre Dolores: "dejarse hacer", era el mayor signo de virtud, pues amó por encima de todo y, ejercitó así todas las virtudes: la humildad en su grado máximo, la paciencia, la caridad...
Nuevamente habríamos juzgado mal si nos limitáramos a las apariencias y dijéramos que las Hermanas que la trataban así (como los judíos al crucificar a Jesús) lo hacían con deseo de mal; más bien al contrario, creían que hacían bien en quitarle el control de la Congregación, pues pensaban que había "perdido el norte" y ya no era capaz de gobernarla como se debía.
Lo mismo que los sumos sacerdotes judíos, ellas creían que Dios le había quitado su gracia y se había convertido en un estorbo para el Instituto. ¡No sabían lo que hacían!
Sala de visitas del convento de Santa Isabel de Sevilla. |
Por eso no podemos dejarnos llevar por las apariencias. Casi nunca las cosas, las personas, las situaciones son lo que parecen. Y no es tan fácil ver la realidad como Dios la ve.
¡Cuán fácilmente juzgamos por primeras impresiones!
Lo bueno es que, generalmente no juzgamos a las personas, sino los hechos. Ya vamos aprendiendo aquello de que hay que condenar el pecado pero no al pecador. ¡Menos mal! Ya vamos siendo más comprensivos y nos damos cuenta de aquello de "¡No saben lo que hacen!". Ya vamos comprendiendo mejor la debilidad humana y aceptando que nosotros mismos somos los primeros que "metemos la pata" siete veces al día.
Intentamos, creo, no juzgar a las personas, pero juzgamos el mundo, los gobiernos, las acciones de nuestros amigos y conocidos, lo que ocurre en nuestro trabajo o en la comunidad de vecinos, y, por supuesto, en nuestra familia o en nuestras comunidades.
Y lo hacemos, ¡claro!, porque tenemos toda la razón y todas las razones. Pero, ¡qué fácil es equivocarnos incluso cuando llevamos la razón!
Porque, como la vida de Madre Dolores nos enseña, no es suficiente con tener la "razón" humana; que hay que contemplar la vida y los acontecimientos algo más en profundidad; no es suficiente quedarse en las apariencias. Lo que parecía una casa de mala vida era un refugio de salvación; y lo que parecía maltrato era, por una parte, un intento de hacer lo mejor para la Congregación; era una visión equivocada de la Voluntad de Dios; y, por otra, un medio santificación bien aprovechado.
¿Cómo analizo lo que me rodea?, ¿me dejo llevar de la primera impresión?, ¿cuántas veces me equivoco?, y lo que es más importante, ¿cuántas veces me doy cuenta de que he fallado en mi análisis?
Yo muchas. Y lo malo es que a la vez siguiente vuelvo a caer, y a criticar, y a equivocarme.
¡Qué pocas veces me callo!, ¡qué pocas veces pongo delante de Dios los acontecimientos que me rodean y espero a ver si hay algo escondido en ellos. ¡Pero qué experiencia más bonita cuando lo hago! En varias ocasiones (por desgracia no muchas porque juzgo muy rápidamente), he descubierto lo que Dios tenía escondida, detrás de aquello que me aparecía como malo, o al menos como debilidad ajena- una perla preciosa que sirve para hacer el bien a otras personas, o para llevar adelante una obra importante.
En esta fiesta de Madre Dolores, Dios nos invita a mirar en profundidad, a buscar a Dios detrás de los acontecimientos, a buscar su benevolencia en lo que no entendemos. A buscar lo bueno en los que nos rodean, en nuestras familias, comunidades, trabajo, etc.
Pero para poder hacerlo necesitamos la mirada de Dios, y sólo conseguiremos tener la mirada de Dios si nos ponemos en su presencia; si ponemos delante de Él las cosas que nos pasan todos los días y a las personas que nos rodean. Por eso, nuevamente os invito deteneros durante un rato y hacer silencio en vuestro interior, para poder pasar nuestras vidas por el filtro de Dios.
Aunque pueda parecer una pérdida de tiempo hacerlo, esto es otra cosa que parece lo que no es: cuando llevéis tiempo haciéndolo descubriréis que todo lo demás encaja mejor, tiene más sentido. Que vuestro trabajo y vuestro descanso "cunden más". La presencia de Dios nos hace más productivos cuando trabajamos (ya que nos ilumina su Espíritu), y nos relaja más en menos tiempo, pues sólo Él es la paz que puede llenar nuestros corazones.
La canción que hoy os traigo es del disco "Busca mi rostro", de Ain Karem, y nos recuerda la llamada constante que nos hace el Señor a mirar más allá de las apariencias:
Oigo en mi corazón: "busca mi rostro"
búscame en la noche
busca en el silencio
búscame en tu hermano
contigo estoy
Te buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro
tu rostro buscaré.
Oigo en mi corazón: "busca mi rostro"
Amemos mucho y convirtamos los acontecimientos en oración para poder descubrir las perlas escondidas que se esconde en lo que pasa a nuestro alrededor y en los que nos rodean.
¡Feliz celebración de Madre Dolores!
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